jueves, 30 de julio de 2009

La Calle Pocotrigo



La calle Poco Trigo del populoso barrio de las Angustias, que nace (o muere) en el Camino de las Cañas, es una de las que tiene el más curioso de cuantos orígenes se pueden aplicar a un nombre.

En Granada, que también existe la calle en el barrio del Albaicín, junto al Cristo de la Yedra, o en Huéscar, nos tira por alto una proposición no fundada que versa sobre un torero motrileño del siglo XVIII que vivía en esta arteria, conocido como “Paco Trigo”, y que uan derivación de su nombre, terminara por rotular así a esta calle, en la que presumiblemente viviera el diestro.

Al parecer, acompañaba dada su condición de paisano a la popularísima Caramba en el Madrid de la época. Así los cita el mismo Jovellanos en su sátira: “Un zafio petimetre”. A veces como Poco Trigo, otras como Yeseros, constaba ya en los padrones motrileños del siglo XIX.

¿Pudiera tratarse de una reivindicación de las poblaciones, en épocas de carestía, para que el colectivo nunca olvidara que había faltado trigo o pan en un momento concreto? El caso es que su rotulación exacta es, Calle del Poco Trigo, lo que a todas vistas, es muy revelador.

martes, 28 de julio de 2009

El motrileño visto por el motrileño. A José Rodríguez Campos

José Rodríguez Campos nació en Motril en 1915. De manera aficionada, comenzó en 1959 a publicar en El Faro sus famosos ripios con los que ponía temas de actualidad con una carga jocosa, pero siempre haciendo gala de una elegancia humorística extraordinaria, y sobre todo, con una poesía de cuidadísima métrica. Sus partos poéticos no estaban exentos de crítica, pero siempre esta de manera amigable y distendida. Publicó dos libros, uno a instancia de la Asociación para el fomento de la Cultura, y el segundo, patrocinado por la Concejalía de Cultura de Ayuntamiento de Motril. Su carrera literaria le valió la distinción de un “Faro de Oro”. Uno de esos ripios, distingue claramente al motrileño:

Es agosto, sol y sal,

luz y mar. Tiempo festero.

Motril se mira en su playa

y se siente marinero

por un mes y nada más.

Revela en tan corta etapa

que el marengo no le va.

Su vida es cañas y papas.

Pesador de tierra adentro,

pesca a veces pena y frío,

cuando echa el copo en la vega

y lo recoge vacío.

lunes, 27 de julio de 2009

Patrimonio inmaterial


Se extrañarán los pocos lectores que por el momento tiene este espacio que no haya sugerido antes algún enclave, monumento, espacio histórico o de potencial paisajístico o natural. Que el primero de los que ocupen este capítulo que prometo incrementar, sea este vecino quedo y silencioso de la confluencia de la Plaza de España, Sacristía (que se rotula Pieza) y de la Plaza de San Rafael.

Pero hay cosas, olores, sensaciones y sabores que quedan en el colectivo, calan y transportan a otras épocas, caso del Galán de noche (porque en Motril siempre ha sido Galán, y no Dama de noche) que emborracha las horas tardías desde el jardín que ocupa el lugar donde estuvo la pía fundación del Cardenal Belluga, la Capilla de los Dolores adosada al Templo de la Encarnación.

Llevo varias noches que, movido por la naturaleza propia de mi perra, trasiego desde la que fue Puerta de acceso a Motril (Postigo, más bien postigo), pasando por el lugar donde se elevó la vieja y Real Casa de Comedias, hasta que, bordeando las maltratadas piedras y tapial de la Iglesia Grande de los motrileños, me sorprende y abotarga, me seduce y invoca el olor profundo, dulzón y gustoso del Galán de Noche que convive con el silencio y la nocturnidad sin alevosía de la Iglesia Mayor.

Mi hermano Gerardo percibía sus encantos desde su casa, cuando esta era punto de innumerables tertulias y sueños ya alcanzados (enhorabuena, hermano) en esa Calle de la Sacristía, por mucho que se llame realmente Pieza, en honor a las que de artillería, guardaba esta Iglesia nuestra que no se sabe si es Casa de Dios, fortaleza, o testimonio de la indolencia de propios, políticos y soplagaitas de Motril.

En otras ciudades el patrimonio no sólo enriquece intelectual y sensitivamente a sus habitantes, sino que les genera riqueza. El nuestro, se diluyó mayoritariamente en los meses en que los hijos de la libertad (no sabemos cual) decidieron purificar con el fuego de su socialismo a las Iglesias y palacios de la otrora Villa. Luego, no hizo falta más fuego que el de la incultura general y consistorial, para ir guillotinando un Motril que cada vez es más esqueleto de lo que fue. Para bien y para mal.

Por eso, como no está bien timar a visitantes con excelencias arquitectónicas que ni existen ni son comparables con (siquiera) pueblos y localidades de menor entidad, yo propongo que protejamos señas de identidad que además, sí que son sensitivas, generosas, de las que se puede disfrutar y que forman parte de una ya dilatada memoria colectiva, vecinal y de tránsito, y sin que UNESCO deba mediar, seamos nosotros mismos los que dotemos de la categoría necesaria a aquellas pequeñas cosas, silentes, calladas y maravillosas, que hacen posible aún un Motril distinto, que apela a la niñez de algunos de nosotros.

Yo esta noche pasaré por allí. No se escucha ruido alguno, ni siquiera los escapes libres y ordinarios de las motos que apabullan por el cercano Camino de las Cañas. Sólo se oye Motril en estado puro. Da igual que sea sábado o martes noche. Sólo el silencio, la mole imponente del crucero de la Iglesia Mayor y la fragancia dulzona y exquisita de un Galán de Noche que perfuma el lugar donde murieron tantos un enero de polvorín de 1938.

Yo sugiero, que el Galán de la Encarnación, que lo recuerdo desde niño, sea nombrado, Patrimonio Inmaterial de Motril.

jueves, 23 de julio de 2009

Motril musulmán

En torno a la actual Plaza de Canalejas, mirando hacia la de Calle de Comedias, se situaba la Puerta de Beas, que en sí era un postigo o acceso de menor entidad permitiendo el paso hacia la zona protegida por la muralla.

Esta muralla, se desarrollaba siguiendo la actual Calle de Catalanes, la que se llama así por el hecho de su existencia y huelga comentar (Muralla), hasta que llegando a la actual Plaza de Jardinillos, mirando en dirección a la Calle de Zapateros, se levantaba la Puerta de Castill. Tras de ella, la Mezquita Mayor, luego Iglesia de Santiago. Siguiendo en dirección al edificio educativo de la Orden Agustina, hasta llegar al fin de este, por la calle Borde de la Acequia, nos encontrábamos con el final del recinto de Motril, o lo que es lo mismo, que este terminaba entre los actuales edificios de Agustinos y Cuartel de la Guardia Civil.

Luego, el trazado de la muralla debía pasar junto al actual Mercado Municipal, recorriendo en torno a la actual Calle Ruiz. En este lugar, se alzó el mercado público musulmán, a manera de plaza de abastos, y estaban los baños Púbicos. La muralla proseguía hasta llegar así a la Rambla del Manjón. En este punto, se habría una nueva puerta, la de Granada.

Pronto, aparecía el edificio de la que se ha considerado la Mezquita Mayor, aunque entendemos no lo era. Sobre esta, hoy, se levanta la Iglesia Mayor de la Encarnación, eso sí. La Mezquita cubría el hueco de la muralla, que subiría desde la actual Rambla del Manjón, dejando la hoy Plaza de la Libertad fuera de esta, y cruzando por la que conocemos como Cardenal Belluga, en cuyo fin, estaba la sede del Cadí o Auxuluqia.

El espacio que queda hoy tras la Calle Tahona, entre las confluencias de Cruz de Conchas y Camino de las Cañas, estuvo el arrabal del Curucho, con su mezquita propia. Del cuarto acceso, el Postigo de Toro, queda todavía nombre en el callejero.

miércoles, 22 de julio de 2009

Inicios poblacionales


Del Motril más antiguo que conocemos es una cita del prestigioso geógrafo y tratadista al-Razi. Nos situamos en el siglo IX de nuestra era, quedando la población como parte integrante del Califato de Córdoba, bajo la dominación localista de la Cora de Elvira, o gobierno que desde Granada, procuraba para el Califato la buena marcha de su territorio.
Esta cora abarcaba desde Al-Munacab (Almuñecar) hasta la actual Guardias Viejas, en Almería. Por el interior, llegaba al norte hasta Priego, Al-Quibdat (Alcaudete), Al-Uqbin (Castillo de Locubín) y Walma (Huelma). Su frontera oriental era el río Guadiana Menor, incluyendo por tanto Wadi-as (Guadix), y englobando toda la Alpujarra y Sierra Nevada, con Canshayar (Canjáyar) como cabeza, y la Sierra de Gádor. Al oeste, el límite era casi igual al que actualmente separa las provincias de Granada y Málaga, aunque la ciudad de Alhama de Granada pertenecía a la cora de Rayya.Era una demarcación económicamente pujante, en el aspecto agrícola gracias a la vega de su capital, de las hoyas de Guadix y Baza y del valle del Almanzora. Tenía, además, una gran riqueza minera, y ganadería comunal. La capital estaba en Garnata al Yahud (Granada), la vieja Ilíberis romana o Ilbir de la época ibera, hace de esto 2.700 años.

Dependiente en principio de poblaciones cercanas, como Salobreña (Salumbina), durante siglos fue una alquería, con tres kilómetros y medio de extensión (unas 30 veces menos que hoy día) y una población relativa de mil personas. Su sostén económico era la agricultura, especializada en el cultivo de seda y de azúcar. La proximidad del mar le otorgaba los beneficios absolutos de la pesca. Hasta la formal constitución del Reino de Granada, en 1238, Motril es una población menor, de poco peso para el reino, y bajo el dominio de entidades poblacionales de mayor arraigo.

jueves, 2 de julio de 2009

El Motrileño


¿Qué es el motrileño?

Un habitante del sur de Europa que se caracteriza por su buen humor, sus inacabables muestras de tranquilidad ante prácticamente toda situación, su buen talante y su humor socarrón, algo irónico y cargado de doble sentido.

¿De dónde es el motrileño?

Desde el aspecto cientifista, es un europeo latino que proviene de varias fluctuaciones históricas. De un lado, es un ibero mezclado con godos que le aportan cierta claridad de piel. Del paso musulmán, poco le queda, porque estos se marcharon irremisiblemente desde 1489. Si bien en otros lares de la provincia, la sangre de los hijos de Alá pudiera estar latente, en Motril estos despoblaron la zona de una manera casi absoluta, dando lugar a que de nuevo entrara en juego la influencia racial de los repobladores, que a saber, fueron unos pocos cántabros, algún navarro, buena parte de leoneses y castellanos viejos, y un tanto de aragoneses, hasta definir una población que de nuevo entroncaba con los herederos godos pero con algo (muy poco) de sangre musulmana.

¿Cómo es el motrileño?

Si hablamos de antropología, el motrileño responde a un carácter afable y acogedor que propicia el clima, a veces un tanto reacio a las influencias foráneas, pues a pesar de la cercanía del mar, hay que precisar de nuevo que Motril no es costero, sino cercano a la costa, y que durante siglos, del mar sólo le han llegado ataques e incursiones berberiscas. De tal modo, su complicada orografía lo excluye y encierra, sin hacerlo inhóspito pero sí prudente ante lo externo; insistimos, su clima lo hace afable.

miércoles, 1 de julio de 2009

Motril


¿Qué es Motril?

Para muchos, una población del sur de la Península Ibérica, de 108 kilómetros cuadrados y casi 58.000 habitantes, que fue fundada en torno al siglo IX de nuestra era y que dentro de la provincia de Granada, es su segunda ciudad en importancia, y desde hace 450 años, la población más importante de su comarca.

Pero, ¿qué es Motril para los que lo conocen?

Pues para los que sin ser de Motril viven a una distancia lo suficientemente aceptable como para tenerla, dentro de lo que cabe, a tiro de piedra, Motril es una ciudad famosa por los productos de su vega, por su clima, beneficios de la pesca, y el desarrollo de un producto propio y arraigado, el Ron llamado "Pálido".

¿Y para los que no lo quieren conocer?

Entonces Motril se convierte en el escenario de todos los tópicos, que no por serlo dejan de existir, o más bien (y a la vez) existen pero no por ello, son regla a seguir. Nos referimos al peculiar acento y pronunciación del motrileño, que si ello va unido a una celeridad a la hora de hablar, se convierte en una absoluta proeza entender con claridad todo el contenido del discurso.

Nos referimos al tópico de la catetez, de la falta de instrucción, o a modos y comportamientos que salen de las normas galantes de toda entidad poblacional que se llame ciudad, más si lo es, como Motril, desde 1657.

Nos referimos, a una manera de vivir que ha ido modelando el clima, las distintas familias que repoblaron el lugar y otros asuntos de los que se dedica la antropología, que hacen del motrileño, de natural, tranquilo, pasota, casi indolente y con un mucho de caribeño pero del Mediterráneo.

Entonces, ¿Motril qué es?

Lo que sus habitantes han querido que sea... Como en las demás ciudades, si acaso multiplicado en esta por enésimas intenciones. Motril es una pequeña ciudad muy próxima a la costa mediterránea, que nunca ha sido, ni vivido, ni sentido, como ciudad de costa, quede eso claro. Un peculiar escenario donde se ha desarrollado una propia cultura muy popular, muy limada por la ideosincrasia que le han dado los suyos, infinitamente distinta a otras realidades, que mira a futuro con perspectivas diluidas y que ha ido olvidando su pasado porque formó parte de su propio espíritu, ser un pueblo indolente y pasota.

¿Se puede definir Motril?

Claro... Motril es como una niña de catorce años... no es ni una niña, ni una mujer. Anda en tierra de nadie, se le queda grande muchas cosas, y chicas otras tantas. Así es este trozo de tierra: un pueblo muy grande y una ciudad muy chica, pero eso sí, que puede presumir como muy pocas, que lo mejor que tiene es el motrileño. Al contrario que grandes ciudades (y no por su extensión o población) como Granada, que puede presumir de casi todo y cuenta con la historia como aliada, Motril, lo mejor, con mucha diferencia que tiene, es su habitante. Eso sí, el mismo que tiene la culpa de cuanto ocurre en Motril.